Aquí ya nadie levanta la voz contra las injusticias de este y de anteriores (des) gobiernos. Es igual que cinco millones de personas no encuentren una ocupación. Da lo mismo que gran parte de los jovenes ni trabajen ni estudien y los que lo hacen no les queda otra que emigrar a Alemania o a donde puedan. Habeis llegado a aceptar como normal que nos expulsan de nuestro país y recojan a toda clase de vividores y farsantes que con la única excusa del color de su piel vienen aquí en patera a vivir del cuento.
Ya nadie clama al cielo porque criminales, violadores, pederastas, etarras y demás basura campen a sus anchas, con el beneplácito gubernamental y judicial, por nuestras plazas y calles.
¿Y en qué quedó lo sindical, las reivindicaciones que otrora eran el pan nuestro de cada día, las huelgas laborales por unas mejores condiciones de trabajo...? Todo eso ha quedado bien guardado en el baúl sindical de la cueva de ali baba y los 40 ladrones. Os han convencido para que acepteis una rebaja de sueldos a cambio de más horas de trabajo, os han empujado a vivir de la caridad pública del estado y no de vuestro trabajo y esto lo tolerais y os someteis de buen grado.
Tampoco queda ni un miserable perroflauta que echarse al plato, ni quien quiera cambiar el sistema y esas chiquilladas propias de adolescentes que hace un año veiamos y oiamos por todas partes. Ahora están fascinados, prendados, embelesados con la música de las elecciones y los manjares que el poder político les ofrece a través del flautista de Hamelín: buenos sueldos, viajes, alojamientos de lujo, buenos restaurantes, dietas, comisiones... Ahora van a probar de su propia medicina, esa medicina que hasta hace bien poco criticaban en otros. Es increible el poder de la música para cambiar a los que quieren cambiar el mundo.
Ver a cientos de andrajosos mendigando y malviviendo en la calle, durmiendo en cualquier esquina, revolviendo entre la basura para encontrar un trozo de pan para comer se ha convertido en algo que forma parte del paisaje y a lo que ya no se le presta atención por que resulta de lo más cotidiano. Ahora somos democráticos y europeos y no debemos ni podemos perder el tiempo con semejantes menudencias.
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