Lo que no he podido dejar de sentir es que me note
de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido
el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera
nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión
que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros.
Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son
estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde
se cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla
que libre en la fuga; y es esto en mí de manera, que si ahora
me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme
hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis
heridas sin haberme hallado en ella.
Prólogo de El Quijote. Don Miguel de Cervantes sobre sus heridas en la batalla de Lepanto.
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