Notas:

22.4.18

INDIGENISMO Y BUEN SALVAJE DE ROUSSEAU


El buen salvaje de Rousseau es genéticamente lascasiano. No importa si el nativo es antropófago o reductor de cabezas. Su estado de naturaleza le hace ser intrínsecamente bueno. Inga Clendinnen[467], historiadora australiana, comenta con humor que lamentar la desaparición del Imperio azteca es más o menos como sentir pesar por la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Solo en el sofisticado sistema de exterminio del nazismo encuentra Clendinnen un referente accesible para explicar la organización de miles de sacrificios humanos periódicos en los rituales de Tenochtitlán.

Las matanzas sobre población azteca fueron llevadas a cabo por tribus sometidas a ellos que no hallaron reposo hasta convencerse de que los aztecas no volverían. Esto sucedió contra la voluntad expresa de Hernán Cortés que, una vez acabadas las venganzas, incorporó a una buena parte de los aztecas supervivientes a la nueva estructura de poder. Fray Bartolomé, señala Clendinnen, transformó la venganza de las víctimas de los aztecas en un acto de opresión colonial que no resiste el cotejo con documentos y testimonios. La cultura azteca era un totalitarismo sangriento fundado en los sacrificios humanos. Los aztecas pasaban buena parte del año cazando gentes en las tribus vecinas para sacrificarlos en festivales que duraban tres meses y en los que se mataban entre 20.000 y 30.000 personas cada año.

Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español / Libro de María Elvira Roca Barea

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