El grado de progresismo en algunas universidades es apabullante, como en el caso de la universidad (por decir algo) autónoma de Madrid, cuyo rector un tal Ángel Gabilondo (hermano del pelele que trabaja para Polanco) va presidir el acto de investidura como "doctor honoris causa" al asesino Santiago Carrillo.
Esta putrefacta universidad española, infestada de mediocres instalados en los departamentos a base de nepotismo, arrogantes catedráticos preocupados solo de su bolsillo y su vanidad, infames profesores convertidos en comisarios políticos, charlatanes que ponen su prestigio a sueldo del mejor postor. Esta universidad, expendedora de títulos pero incapaz de formar profesionales. Esta universidad que no sabe inculcar cultura a sus alumnos, esta universidad que no es capaz siquiera de preparar a sus licenciados para que encuentren un puesto de trabajo digno. Esta universidad decadente va a añadir a su servilismo con los poderes políticos y económicos, un hito vergonzante al nombrar doctor honoris causa a un asesino impenitente.
Para los sujetos que dirigen hoy la Autónoma asesinar a miles de españoles debe tratarse de una actividad honorable, a la vista de los criterios que utilizan para elegir a sus doctores honoris causa.
Los continuos homenajes al mayor asesino de la guerra civil española no hacen otra cosa que reabrir las viejas heridas e inocular de guerracivilismo la sociedad española. A la impotencia de familiares y amigos de aquellos que murieron a manos de Carrillo, se le une la indignación de un sector muy importante de la sociedad, que asiste atónito a un ejemplo de flagrante sectarismo, provocación e injusticia, que sin lugar a dudas en el futuro se recordará y se tendrá muy en cuenta.
Esta carrera en pos de rendir reconocimiento público a un criminal debería haber sido ahorcado, como se hizo con los dirigentes nazis en Nuremberg, rebela la catadura moral de todo aquel que apoye semejante despropósito.
Esta putrefacta universidad española, infestada de mediocres instalados en los departamentos a base de nepotismo, arrogantes catedráticos preocupados solo de su bolsillo y su vanidad, infames profesores convertidos en comisarios políticos, charlatanes que ponen su prestigio a sueldo del mejor postor. Esta universidad, expendedora de títulos pero incapaz de formar profesionales. Esta universidad que no sabe inculcar cultura a sus alumnos, esta universidad que no es capaz siquiera de preparar a sus licenciados para que encuentren un puesto de trabajo digno. Esta universidad decadente va a añadir a su servilismo con los poderes políticos y económicos, un hito vergonzante al nombrar doctor honoris causa a un asesino impenitente.
Para los sujetos que dirigen hoy la Autónoma asesinar a miles de españoles debe tratarse de una actividad honorable, a la vista de los criterios que utilizan para elegir a sus doctores honoris causa.
Los continuos homenajes al mayor asesino de la guerra civil española no hacen otra cosa que reabrir las viejas heridas e inocular de guerracivilismo la sociedad española. A la impotencia de familiares y amigos de aquellos que murieron a manos de Carrillo, se le une la indignación de un sector muy importante de la sociedad, que asiste atónito a un ejemplo de flagrante sectarismo, provocación e injusticia, que sin lugar a dudas en el futuro se recordará y se tendrá muy en cuenta.
Esta carrera en pos de rendir reconocimiento público a un criminal debería haber sido ahorcado, como se hizo con los dirigentes nazis en Nuremberg, rebela la catadura moral de todo aquel que apoye semejante despropósito.
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