Notas:

4.7.06

¿SEGUNDA REPÚBLICA, DICE USTED?

PUNTO número uno. La república no tiene por qué ser necesariamente peor que la monarquía. Véase la antigua Roma, donde los senadores uncían sus bueyes y araban la tierra, donde la República significaba prosperidad e integridad, en tanto que el Imperio degeneró en decadencia. Depende. El problema no está tanto en el sistema político como en la madurez y los valores de una sociedad. Ya me entienden.


Y la última experiencia republicana en España suscitó grandes expectativas, porque traía una bocanada de aire fresco a un régimen caduco, marcado por la corrupción y el caciquismo. Era la gran oportunidad de la regeneración: los "hijos de Joaquín Costa" al poder, señala el historiador José Luis Orella.


Poco duró la alegría. Izquierda y derecha no sólo no se pusieron de acuerdo, sino que jugaron a excluirse mutuamente; los gobernantes se dejaron llevar por los personalismos y el sectarismo; la legalidad fue burlada repetidas veces; los derechos y libertades, pisoteados; Gobierno y oposición recurrieron a la violencia, y entre unos y otros fueron deslizándose hacia el enfrentamiento civil, como en un plano inclinado.


Es decir, el problema no era el qué, sino el cómo.


El balance de la II, que Zapatero reivindica con tanto optimismo antropológico, no es como para sentirse orgulloso: la represión de Casas Viejas; la Revolución de 1934 -alentada por el socialista Largo Caballero-, con un balance de 1.300 muertos; un presidente -Alcalá-Zamora- impidiendo que gobierne el líder del partido más votado; una Constitución, la de 1931, nacida con el grave déficit de haber sido aprobada sin la derecha, y sin referéndum; Azaña manipulando para desalojar al presidente; Prieto conchabado con los agentes de Stalin…


¿De verdad quiere que hablemos de la II República, señor Zapatero? ¿De los más de 6.800 sacerdotes y religiosos, y 11 obispos, muertos y torturados, con un odio a la religión sin precedentes en Europa, como escribe Hugh Thomas? ¿De los centenares de católicos ejecutados y perseguidos simplemente por ir a misa, como decía Salvador de Madariaga?


¿O (hay para todos los gustos) prefiere que hablemos de la desaparición y muerte del comunista Andreu Nin, líder del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), desollado vivo por agentes de Stalin, con la complicidad de Juan Negrín, jefe de Gobierno, casualmente miembro de su mismo partido, señor Zapatero, el de los cien años de honradez?


¿Sabe cuáles fueron los más graves errores de los gobernantes de la II República? Tome nota: excluir a la oposición; dividir a los españoles; ofender/perseguir a amplios colectivos, en sus más íntimas creencias, y negociar con violentos y totalitarios. ¿Le suena?


¿Seguro que no prefiere echar un tupido velo?

Alfonso Basallo (ÉPOCA)

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