A N le citaron el otro día al juzgado. Le enseñaron una denuncia que no le permitieron copiar y le anunciaron que se hallaba imputado por estar a favor de Israel y en contra del pueblo palestino. ¿Cómo dice? Lo que oye. Imputado. Por defender a Israel. Que lo defiende es cierto. La coletilla, en cambio, ese añadido sobre su hostilidad hacia los palestinos, proviene de las meninges retorcidas y embusteras de los instigadores de un disparatado proceso. Los cuales han tenido la suerte, no tan improbable en España, de que algún juez se haya tragado la aberración con piel y con espinas. El presunto delito de N consiste en haber enviado un email crítico a un cargo político que utilizaba los medios institucionales y los fondos públicos para arremeter contra Ariel Sharon e Israel. Pues sí. Hete aquí que nos encontramos de nuevo con nuestro viejo conocido, Ángel García Seoane, alcalde de Oleiros.
Pronto hará dos años que muchos descubrimos que en las afueras de La Coruña existía un pequeño municipio regido por un avanzado aprendiz de totalitario. Era, como mandan los cánones, acérrimo enemigo de Israel y de Estados Unidos, pero su celo iba más allá de lo ordinario. Así, en el pueblo, los paneles luminosos no informaban sobre el estado de las calzadas sino que vomitaban groserías como "paremos a la bestia, Sharon asesino". Y la principal señal de tráfico que reflejaban era, en el recolmo del regüeldo antisemita, un "stop a los nuevos nazis". La página web del ayuntamiento contenía una tienda para hacer las delicias de la izquierda senil y de la extrema derecha. Allí podían surtirse de camisetas que retrataban al entonces primer ministro israelí como un monstruo de cuyas fauces chorreaba sangre, o de prendas que lucían la bandera norteamericana enrollada como papel higiénico y el consejo: "USA me". Ja.
Por si estas muestras de ignorancia, odio y estulticia no hubieran acreditado la calidad política, democrática, ética y humana de Seoane y su equipo, o sea, que no tienen ninguna, y que sólo el trastorno mental podría excusar sus excesos, ahora van y toman represalias contra quienes se limitaron a criticarlos. Claro que había que haber adivinado que un admirador ferviente de Castro y de las dictaduras criminales nacidas del tronco comunista, querría poner en práctica las enseñanzas de sus maestros. Y la primera de todas es castigar al que disiente. Sabemos cómo lo hicieron sus ídolos. El Che Guevara, que tuvo tiempo de firmar cientos de órdenes de ejecución, no se recataba en reclamar una "pedagogía del paredón".
El fan coruñés de asesinos de masas tan célebres dijo en su día que había recibido cientos de correos electrónicos contra su campaña antisemita, lo que era una buena noticia sobre la salud democrática de este país. Ahora bien, toda crítica u oposición la ven estos personajes como amenaza. Y así llegó a decir el de Oleiros que había sido amenazado por el embajador de Israel en una conversación telefónica. Puede que sufra de paranoia, como Stalin, o que una vez descubierto su fétido pastel, se haga la víctima con engaño. Pero, ¿y la justicia traga? Si se imputa a una persona por "estar a favor de Israel", ¿podrá hacerse lo propio con Seoane y los de su cuerda por estar en contra? ¿Y con Zapatero y sus huestes por su furor antinorteamericano? El antisemitismo campa ya tan descarado y a sus anchas que defender a Israel constituye en España motivo para procesar a una persona.
CRISTINA LOSADA (Libertad Digital)
Pronto hará dos años que muchos descubrimos que en las afueras de La Coruña existía un pequeño municipio regido por un avanzado aprendiz de totalitario. Era, como mandan los cánones, acérrimo enemigo de Israel y de Estados Unidos, pero su celo iba más allá de lo ordinario. Así, en el pueblo, los paneles luminosos no informaban sobre el estado de las calzadas sino que vomitaban groserías como "paremos a la bestia, Sharon asesino". Y la principal señal de tráfico que reflejaban era, en el recolmo del regüeldo antisemita, un "stop a los nuevos nazis". La página web del ayuntamiento contenía una tienda para hacer las delicias de la izquierda senil y de la extrema derecha. Allí podían surtirse de camisetas que retrataban al entonces primer ministro israelí como un monstruo de cuyas fauces chorreaba sangre, o de prendas que lucían la bandera norteamericana enrollada como papel higiénico y el consejo: "USA me". Ja.
Por si estas muestras de ignorancia, odio y estulticia no hubieran acreditado la calidad política, democrática, ética y humana de Seoane y su equipo, o sea, que no tienen ninguna, y que sólo el trastorno mental podría excusar sus excesos, ahora van y toman represalias contra quienes se limitaron a criticarlos. Claro que había que haber adivinado que un admirador ferviente de Castro y de las dictaduras criminales nacidas del tronco comunista, querría poner en práctica las enseñanzas de sus maestros. Y la primera de todas es castigar al que disiente. Sabemos cómo lo hicieron sus ídolos. El Che Guevara, que tuvo tiempo de firmar cientos de órdenes de ejecución, no se recataba en reclamar una "pedagogía del paredón".
El fan coruñés de asesinos de masas tan célebres dijo en su día que había recibido cientos de correos electrónicos contra su campaña antisemita, lo que era una buena noticia sobre la salud democrática de este país. Ahora bien, toda crítica u oposición la ven estos personajes como amenaza. Y así llegó a decir el de Oleiros que había sido amenazado por el embajador de Israel en una conversación telefónica. Puede que sufra de paranoia, como Stalin, o que una vez descubierto su fétido pastel, se haga la víctima con engaño. Pero, ¿y la justicia traga? Si se imputa a una persona por "estar a favor de Israel", ¿podrá hacerse lo propio con Seoane y los de su cuerda por estar en contra? ¿Y con Zapatero y sus huestes por su furor antinorteamericano? El antisemitismo campa ya tan descarado y a sus anchas que defender a Israel constituye en España motivo para procesar a una persona.
CRISTINA LOSADA (Libertad Digital)
No hay comentarios:
Publicar un comentario