Sólo había que oírle el pasado jueves. José Luis Rodríguez Zapatero comparecía ante los medios de comunicación diciendo tras el atentado que su "energía y determinación para alcanzar la paz es hoy, aún si cabe mucho mayor" que antes de éste. Es decir, que no sólo no rectificaba sino que la acción criminal de la banda terrorista le reafirmaba en su negociación con la ETA. El acto terrorista, que para ETA era parte de su estrategia de negociación, para el Gobierno era un argumento más para seguir por ese camino.
A pesar, y en contra, de las sugerencias hechas por Alfredo Pérez Rubalcaba, Rodríguez Zapatero no sólo no ha cerrado el paso a la negociación con la banda criminal, sino que continúa con ella; y con nuevas bases, más próximas a los deseos de los terroristas. Apoya la manifestación de Ibarretxe a favor del diálogo. Se ve que el Gobierno también acepta el asesinato de dos personas en Barajas como parte del juego que se trae con la ETA, sin que ello le repugne lo suficiente como para abandonarlo. La banda, que comprueba que ni siquiera acabar con la vida de dos personas le pone en una posición más difícil para negociar, y que incluso acerca las posiciones del Gobierno a sus deseos, ¿qué incentivo tiene para dejar de atentar contra nuestras vidas? ¿No será lo más lógico, puesto que Zapatero premia las acciones terroristas apostando "más que nunca" por negociar con ellos, que ETA se refuerce en su estrategia criminal?
Mientras, Rubalcaba, que había presumido de la eficacia de Interior en las investigaciones de las primeras horas, tiene el cuajo de presentarse ante los medios diciendo que "no hay novedades en la investigación", y sin revelar los datos más básicos del atentado, como la cantidad y el tipo de explosivo utilizado por la banda.
Pero lo más significativo es el giro que, finalmente, ha tomado Rodríguez Zapatero tras el 30-D. Hacía tiempo que había roto con el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo, que él propuso en su momento. Ahora dice que las circunstancias han cambiado y propone un nuevo pacto que pretende no ya acabar con ETA, sino alcanzar "la paz", eso sí, en unas condiciones que sean aceptables para la banda nacional-comunista. Zapatero, que desde el comienzo ha seguido una estrategia, a la que se han sumado muchos, de marginación del PP y deslegitimación de ese partido como opción democrática, rompe el pacto que formalmente mantenía con él para sustituirlo por otro que sabe que los populares no pueden aceptar. Ha optado por un Pacto por el Diálogo y contra el PP.
Los españoles asisten, entre la indignación y la incomprensión, a la actitud tomada por Rodríguez Zapatero hacia la negociación con ETA después del 30-D. Este domingo hemos sabido que una abrumadora mayoría de ciudadanos desea que se mantenga el pacto contra el terrorismo, que en su día promoviera quien hoy es presidente. Zapatero lo sabe, como sabe que, de haber dado un golpe en la mesa de negociación y haberse mantenido firme ante la barbarie terrorista, obtendría el apoyo mayoritario de los españoles. ¿Por qué no lo hace? ¿Qué razones le llevan a enfrentarse a la voluntad mayoritaria de los ciudadanos con tal de mantener una negociación que, resulte en lo que resulte, siempre va a beneficiar a ETA? No lo sabemos aún, pero seguro que no serán buenas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario