El 16 de diciembre de 1944, los alemanes lanzaron la que sería su última contraofensiva de la Segunda Guerra Mundial. Casi vencidos sus ejércitos en el frente del Este (donde los rusos habían parado su avance momentáneamente a la altura del río Vístula), casi vencidos también en el frente del Oeste (después de la invasión aliada de Normandía), Hitler ordenó una contraofensiva sorpresa contra las tropas americanas a lo largo de un frente de 140 km cuyo centro se encontraba, aproximadamente, cerca de Luxemburgo. La Batalla de las Árdenas había comenzado.
Aprovechando que el mal tiempo impedía a la aviación aliada apoyar a sus tropas de tierra, los alemanes lanzaron 20 divisiones (7 de ellas acorazadas, con 2.500 tanques) contra el VIII Ejército americano, estacionado en esas regiones boscosas. Los alemanes infiltraron además, entre las líneas enemigas, una serie de comandos al mando de Otto Skorzeny. Esos comandos tenían la misión de sembrar la confusión en el ejército aliado, para lo cual estaban formados por soldados alemanes que hablaban inglés e iban ataviados con uniformes americanos e ingleses. Esa práctica (la de vestir el uniforme contrario) representaba un auténtico riesgo: el que fuera capturado no estaba amparado por la Convención de Ginebra (que garantiza el respeto a los prisioneros de guerra), ya que dicha Convención no se aplicaba a quienes hicieran uso de uniforme enemigo. Quienes usan uniforme enemigo son considerados espías, no soldados.
En la mañana del 18 de diciembre, más de 50 columnas alemanas se movían a través de los bosques de la región, después de desbordar la primera línea de soldados aliados. Sin embargo, aquella contraofensiva, que pilló desprevenido al mando aliado, no contó con un elemento inesperado: las unidades americanas, aisladas y dispersas, privadas del contacto con su Estado Mayor y confundidas por los comandos alemanes camuflados, ofrecieron en muchos lugares una resistencia feroz, con actos de insólita y desesperada bravura. Esa resistencia, combinada con lo agreste de la región, logró retardar el avance de los alemanes, que llegaron a cercar la ciudad de Bastogne. El día 21, el tiempo empezó a mejorar, y la aviación aliada pudo entrar en acción dos días después. El límite del avance alemán se alcanzó el día 25.
La última ofensiva alemana había fracasado. El 26 de diciembre, los aliados rompían el cerco de Bastogne, lanzándose a la contraofensiva el 3 de enero al mando de Patton y Montgomery. El 9 de enero, Hitler se daba por vencido y ordenaba la retirada general. Pocos meses después, el dictador nazi se suicidaba y Alemania, que había agotado sus últimas reservas en la Batalla de las Árdenas, se rendía de forma incondicional.
A lo largo de tres años, quienes denunciábamos la gran mentira con la que se impuso a los españoles un gobierno dispuesto a rendirse ante ETA, habíamos estado exigiendo que nos enseñaran los análisis de los trenes del 11-M. Tuvo que cerrarse el sumario y escapar al control del juez Del Olmo para que, al fin, la sala encargada de juzgar a los presuntos culpables ordenara realizar el análisis pericial de los restos encontrados en los focos de explosión. Y los resultados de ese análisis son incompatibles con la presencia de la Goma 2-ECO en que está basada toda la versión oficial.
Pero está claro que quienes construyeron una gran mentira para volcar las urnas del 14-M no van a quedarse de brazos cruzados. Y su contraofensiva va a ser feroz. Esa contraofensiva la han iniciado esta mañana los comandos camuflados de Zarzalejos, tratando de manipular la noticia que ya CityFM había avanzado el domingo pasado: que en los focos de los trenes ha aparecido dinitrotolueno, uno de los componentes del Tutadyne utilizado por ETA. Para el periódico ABC, el hecho de que en los trenes aparezca un componente de Titadyne (explosivo utilizado por ETA) significa, precisamente, que ETA no participó en el 11-M. ¡Impresionante prodigio de rigor informativo!
Pero esa manipulación de la realidad es sólo la avanzadilla de la verdadera contraofensiva. No es casual que el ABC haya salido en solitario con semejante chorrada: los acorazados mediáticos se lanzarán próximamente a romper el frente, tratando de vendernos otra idea distinta, la de que la aparición del dinitrotolueno se debe, única y exclusivamente, a una contaminación. Echarán la culpa al tiempo transcurrido y al manazas de Sánchez-Manzano, que no custodió las muestras como debía. Atacarán con ferocidad a los periodistas y a los medios de comunicación que vemos hoy demostradas las manipulaciones que hemos estado denunciando desde hace ya tanto tiempo. Y tratarán por todos los medios de embarrar el terreno de juego, de conseguir el máximo grado de barullo en la opinión pública, de vender la idea de que ya es imposible obtener análisis fiables de las muestras de los trenes y que, por tanto, sólo cabe encarar el juicio basándose en las pruebas encontradas fuera de los trenes: mochila de Vallecas, furgoneta de Alcalá... Y, si fracasan, intentarán que el juicio se suspenda.
El Gobierno Zapatero ha iniciado su particular ofensiva de las Árdenas el mismo día en que se inician los trámites para poner en la calle a un asesino en serie que es miembro de esa banda terrorista que tanto uso hizo del Titadyne. Pero esta vez hay una diferencia con respecto a la verdadera Batalla de las Árdenas: no existe el factor sorpresa. Los ejércitos aliados esperábamos esa última ofensiva. Y sabemos cuándo y cómo han vuelto a mentir. Y en los próximos días iremos desgranando esas mentiras y poniendo de manifiesto cómo, ante una masacre que costó la vida a 192 personas, hay quienes no tienen ya otro remedio que actuar a la desesperada para que no se les desmorone el chiringuito.
Según rumores no confirmados, De Juana Chaos está en estos momentos muriéndose de risa en su cama, mientras se zampa una empanada que está cocinada con componentes genéricos de todas las empanadas. Cortesía de Zapatero.
Luis del Pino en Libertad Digital
Aprovechando que el mal tiempo impedía a la aviación aliada apoyar a sus tropas de tierra, los alemanes lanzaron 20 divisiones (7 de ellas acorazadas, con 2.500 tanques) contra el VIII Ejército americano, estacionado en esas regiones boscosas. Los alemanes infiltraron además, entre las líneas enemigas, una serie de comandos al mando de Otto Skorzeny. Esos comandos tenían la misión de sembrar la confusión en el ejército aliado, para lo cual estaban formados por soldados alemanes que hablaban inglés e iban ataviados con uniformes americanos e ingleses. Esa práctica (la de vestir el uniforme contrario) representaba un auténtico riesgo: el que fuera capturado no estaba amparado por la Convención de Ginebra (que garantiza el respeto a los prisioneros de guerra), ya que dicha Convención no se aplicaba a quienes hicieran uso de uniforme enemigo. Quienes usan uniforme enemigo son considerados espías, no soldados.
En la mañana del 18 de diciembre, más de 50 columnas alemanas se movían a través de los bosques de la región, después de desbordar la primera línea de soldados aliados. Sin embargo, aquella contraofensiva, que pilló desprevenido al mando aliado, no contó con un elemento inesperado: las unidades americanas, aisladas y dispersas, privadas del contacto con su Estado Mayor y confundidas por los comandos alemanes camuflados, ofrecieron en muchos lugares una resistencia feroz, con actos de insólita y desesperada bravura. Esa resistencia, combinada con lo agreste de la región, logró retardar el avance de los alemanes, que llegaron a cercar la ciudad de Bastogne. El día 21, el tiempo empezó a mejorar, y la aviación aliada pudo entrar en acción dos días después. El límite del avance alemán se alcanzó el día 25.
La última ofensiva alemana había fracasado. El 26 de diciembre, los aliados rompían el cerco de Bastogne, lanzándose a la contraofensiva el 3 de enero al mando de Patton y Montgomery. El 9 de enero, Hitler se daba por vencido y ordenaba la retirada general. Pocos meses después, el dictador nazi se suicidaba y Alemania, que había agotado sus últimas reservas en la Batalla de las Árdenas, se rendía de forma incondicional.
A lo largo de tres años, quienes denunciábamos la gran mentira con la que se impuso a los españoles un gobierno dispuesto a rendirse ante ETA, habíamos estado exigiendo que nos enseñaran los análisis de los trenes del 11-M. Tuvo que cerrarse el sumario y escapar al control del juez Del Olmo para que, al fin, la sala encargada de juzgar a los presuntos culpables ordenara realizar el análisis pericial de los restos encontrados en los focos de explosión. Y los resultados de ese análisis son incompatibles con la presencia de la Goma 2-ECO en que está basada toda la versión oficial.
Pero está claro que quienes construyeron una gran mentira para volcar las urnas del 14-M no van a quedarse de brazos cruzados. Y su contraofensiva va a ser feroz. Esa contraofensiva la han iniciado esta mañana los comandos camuflados de Zarzalejos, tratando de manipular la noticia que ya CityFM había avanzado el domingo pasado: que en los focos de los trenes ha aparecido dinitrotolueno, uno de los componentes del Tutadyne utilizado por ETA. Para el periódico ABC, el hecho de que en los trenes aparezca un componente de Titadyne (explosivo utilizado por ETA) significa, precisamente, que ETA no participó en el 11-M. ¡Impresionante prodigio de rigor informativo!
Pero esa manipulación de la realidad es sólo la avanzadilla de la verdadera contraofensiva. No es casual que el ABC haya salido en solitario con semejante chorrada: los acorazados mediáticos se lanzarán próximamente a romper el frente, tratando de vendernos otra idea distinta, la de que la aparición del dinitrotolueno se debe, única y exclusivamente, a una contaminación. Echarán la culpa al tiempo transcurrido y al manazas de Sánchez-Manzano, que no custodió las muestras como debía. Atacarán con ferocidad a los periodistas y a los medios de comunicación que vemos hoy demostradas las manipulaciones que hemos estado denunciando desde hace ya tanto tiempo. Y tratarán por todos los medios de embarrar el terreno de juego, de conseguir el máximo grado de barullo en la opinión pública, de vender la idea de que ya es imposible obtener análisis fiables de las muestras de los trenes y que, por tanto, sólo cabe encarar el juicio basándose en las pruebas encontradas fuera de los trenes: mochila de Vallecas, furgoneta de Alcalá... Y, si fracasan, intentarán que el juicio se suspenda.
El Gobierno Zapatero ha iniciado su particular ofensiva de las Árdenas el mismo día en que se inician los trámites para poner en la calle a un asesino en serie que es miembro de esa banda terrorista que tanto uso hizo del Titadyne. Pero esta vez hay una diferencia con respecto a la verdadera Batalla de las Árdenas: no existe el factor sorpresa. Los ejércitos aliados esperábamos esa última ofensiva. Y sabemos cuándo y cómo han vuelto a mentir. Y en los próximos días iremos desgranando esas mentiras y poniendo de manifiesto cómo, ante una masacre que costó la vida a 192 personas, hay quienes no tienen ya otro remedio que actuar a la desesperada para que no se les desmorone el chiringuito.
Según rumores no confirmados, De Juana Chaos está en estos momentos muriéndose de risa en su cama, mientras se zampa una empanada que está cocinada con componentes genéricos de todas las empanadas. Cortesía de Zapatero.
Luis del Pino en Libertad Digital
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