Entre los últimos días del mes de agosto y los primeros de septiembre cada año se oye, de los padres que tienen hijos en edad escolar, la misma cantinela acerca de lo "carísimo" que es que "mis niños estudien". Que si el uniforme del colegio, que si los libros, que si los lapices, que si el transporte escolar, etc., y como cada año también por estas fechas me entra un cabreo monumental ante tanta hipocresia y comedia paterna y materna.
En una sociedad como la nuestra en la que brota el dinero hasta debajo de las piedras y quien más y quien menos tiene la faltriquera bien llena y en donde los estudiantes tienen toda clase de recursos para poder estudiar practicamente gratis produce asco oir a los padres quejarse porque tienen que gastar 30 € en comprar un chandal para que su niño o niña pueda asistir a clase de gimnasia en el colegio o disponer de 10 ó 20 € para comprar este o aquel libro. Siempre he entendido que esta clase de quejas son propias de gente miserable, ruin, cicatera y sobre todo de quienes hacen un problema familiar de la formación académica de sus hijos.
¿Acaso a estos mismos que se quejan de lo cara que es la libreta que tienen que comprar a su hijo, alguién les ha oido refunfuñar cuando adquieren un coche nuevo, o cuando llegan las vacaciones y se van de viaje aquí o allá, o cuando salen de fiesta los fines de semana con los amigos o cuando van a las mejores boutiques a comprar la mejor ropa de marca? Yo no he oido lamentación alguna.
Con mentalidades así no me sorprende que todas las escuestas habidas y por haber sean favorables a Z.P., o sea, la ley del gratis total y del mínimo esfuerzo.
4.9.07
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