“En tus manos, Padre de bondad, encomendamos el alma de nuestros hermanos; nos sostiene la esperanza de que resucitarán con Cristo en el último día con todos los que en Cristo han muerto. Escucha nuestras oraciones, Dios de misericordia, para que se abran a tus siervos las puertas del paraíso, y nosotros, los que aún permanecemos en este mundo, nos consolemos mutuamente con palabras de fe.Por Jesucristo nuestro Señor.”
11.9.08
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