Notas:

20.2.09

JUAN DE FLANDES



Dentro del complejo mosaico de escuelas y artistas regionales que ofrece el panorama peninsular en el siglo XV, encontramos un punto común en la influencia flamenca que muchos de ellos recibieron. Esta influencia llegó a dar lugar a un estilo propio que llenó la segunda mitad del XV y que se conoce con el nombre de hispanoflamenco. Dentro de este panorama, los Reyes Católicos desempeñaron, con su gusto personal, un papel significativo en la inclinación artística hacia los patrones realistas procedentes de Flandes. Artistas como Juan de Flandes y Michel Sittow, ambos al servicio de la corona, suplieron, a finales de siglo, las necesidades retratísticas de la monarquía española. Los Reyes Católicos, conscientes de la importancia que tenían estas representaciones las utilizaron en obras religiosas, como la célebre Virgen de los Reyes Católicos (Museo del Prado, Madrid), o en otras, como las tablas de Fernando el Católico (Kunsthistorisches Museum de Viena) e Isabel la Católica (Palacio del Pardo, Madrid) en las que el contexto religioso ha desaparecido.

Este retrato, atribuido por Friëdlander a Juan de Flandes, guarda similitudes con la pareja del Kunsthistorisches Museum de Viena que se identifica con Juana de Castilla y Felipe el Hermoso. Como señaló Elisa Bermejo, los fondos de estas tres representaciones muestran semejanzas de ejecución, manifiestas tanto en el tono empleado como en la distribución de las sombras que los moldean. Es innegable el parecido que existe entre las dos figuras femeninas de Viena y Madrid, parecido que ha sido interpretado como consecuencia lógica de su parentesco. La datación que se ha propuesto para esta tabla es 1496, fecha en la que la infanta Catalina, nacida en 1485, tenía once años. Este dato encaja tanto con la edad representada por la joven como con el estilo de Juan de Flandes a finales del siglo. De todos modos la identificación no es segura. También se ha propuesto como modelo de este retrato a Juana de Castilla, aunque asimismo con interrogación, y algunos autores prefieren registrar el cuadro simplemente como Retrato de muchacha.

El hecho de que la protagonista sostenga en sus manos un capullo de rosa ha dado lugar a dos lecturas diferentes. Sterling ha interpretado la rosa como un símbolo de la casa Tudor (Catalina contrajo matrimonio, en 1501, con Arturo, príncipe de Gales). Elisa Bermejo considera, sin embargo, la flor como un atributo relacionado con la extrema juventud de la retratada. El rostro ovalado de la muchacha está construido con suavidad y se perfila con luces y sombras delicadas que contribuyen a aumentar el volumen. En su cara descubrimos una dulzura ensoñadora llena de serenidad que es típica de las obras de Juan de Flandes. Por lo demás, y como es característico en él, las manos, de las que en este caso sólo se dibujan los dedos pulgar e índice de la derecha, son de elegantes proporciones.

Catalina de Aragón, hija menor de los Reyes Católicos, nació en Alcalá de Henares en 1484 y murió en Kimbolton en 1536. En 1501 contrajo matrimonio conArturo, príncipe de Gales, quedando viuda pocos meses después de su boda. En 1509 se casó con su cuñado Enrique VIII, con quien tuvo una hija, María. Pese a la prohibición del papa Clemente VII, que había declarado el matrimonio válido, Enrique VIII se divorció de Catalina y contrajo matrimonio, en 1533, con una de sus damas de honor, Ana Bolena.

Mar Borobia

(MUSEO THYSSEN)

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