Notas:

10.10.09

JUAN BAUTISTA MAÍNO

Entre los días 20 de octubre de 2009 y el 16 de enero de 2010 el Museo del Prado celebrará la exposición del pintor Juan Bautista Maíno (podeis consultar aquí su biografía). He de deciros que Maíno es un pintor totalmente desconocido para mí, aunque me resulta muy familiar y próximo su estilo tan cercano a la escuela italiana o flamenca de la época. Aquí os dejo tres ejemplos de su obra para que los disfruteis.


Recuperación de la Bahía de Brasil. 1634-1635. Óleo sobre lienzo. 309 x 381 cm. Museo del Prado. En 1827 este cuadro pasó de la Real Academia de San Fernando al Museo del Prado. El Museo del Ejército es lo único que queda del antiguo Palacio del Buen Retiro, construido bajo Felipe IV, y contiene su sala más importante, el llamado Salón de Reinos. Para este salón se encargó el lienzo que nos ocupa. Era una sala destinada a recepciones diplomáticas y actos oficiales. En ella, el rey quería exponer lienzos con sus triunfos militares más sonados, como por ejemplo la Rendición de Breda de Velázquez. Maíno pintó la escena de la recuperación por tropas españolas de Bahía de Brasil, importante puerto comercial del imperio colonial que se estaba desmoronando. Maíno, sin embargo, elude el tono triunfalista de las otras pinturas del Salón para realizar casi una alegoría en contra de la guerra. Al fondo, efectivamente, se tiene una vista topográfica de la zona, con los barcos y las tropas después de la batalla. A la derecha, el rey es agasajado a través de su representación en un tapiz. Tras la figura del rey aparece la del valido, el Conde-Duque de Olivares, queriendo simbolizar quién estaba realmente detrás del poder. El general recibe los honores de la victoria, pero todo ello se desarrolla en una esquina, en un plano acartonado que resta volumen e importancia al hecho. La mirada del espectador es captada sin embargo al lado contrario, por una masa de color y personajes que atrae inevitablemente la atención. Allí están las figuras de los heridos en la batalla, junto a las mujeres que los cuidan y unos niños. No hay sangre, no hay dramatismo, tan sólo un cuerpo medio desnudo sostenido en los brazos de una mujer, que bien podría simbolizar la Caridad, pues se halla rodeada de niños y tiene aspecto de matrona (ésta es la manera habitual de representar a dicha virtud). Así pues, en el cuadro de conmemoración de una batalla, lo que realmente protagoniza la escena son las consecuencias terribles de la misma victoria, los muertos y los heridos. Maíno resulta en este sentido increíblemente avanzado para las posturas imperialistas de la España del siglo XVII. Anticipándose al futuro, Maíno es consciente de que las victorias militares de España no son más que humo que pronto se disipará ante el poderío británico y francés. Efectivamente, tan sólo unos años después España perdería de nuevo y definitivamente esta importante plaza brasileña.


Adoración de los pastores. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado Este cuadro Fray Maino lo realizó, junto a la Adoración de los Magos, para adornar los muros de la iglesia de San Pedro Mártir, en Toledo, ciudad para la cual trabajó frecuentemente. Esto le influyó en sus composiciones, abigarradas de personajes, que bien pudo aprender de los numerosos ejemplos de El Greco que existían en Toledo. Sin embargo, el estilo predominante en la obra es el del Naturalismo tenebrista, especialmente influido por Orazio Gentileschi. Los personajes están captados de la manera más realista posible, y podría decirse que los ángeles que aparecen entre las nubes son en realidad chicos de pueblo que el pintor ha utilizado como modelos. El primer plano, con la ofrenda de los pastores, ofrece a Maíno la oportunidad de llevar a cabo un precioso bodegón, que se había introducido en España también por influencia italiana.



La adoración de los Magos. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Maíno, autor de este enorme lienzo, muestra en la imagen cómo los pintores del Barroco madrileño recibieron las influencias del Naturalismo tenebrista de Caravaggio. En el cuadro, el colorido intenso se combina con zonas oscuras que contrastan con áreas fuertemente iluminadas, como puedan ser las pieles desnudas de algunos personajes. La composición aglomera varias figuras de gran tamaño en un espacio reducido y tanto las poses como los gestos ofrecen una imagen dinámica, llena de acción y movimiento. Aparece el rey negro como un tipo africano, perfectamente plasmado con gran realismo, y no como se solían representar, estereotipos de europeos teñidos de negro. Este rey aporta un toque de exotismo con su turbante, joyas y plumas.


Las imagenes y los textos que las acompañan son de aquí.

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