"Soy el alcalde de Guijuelo y hago lo que me sale de los cojones"
Esa es la verdadera esencia, la naturaleza de los políticos: la vanidad. En eso se resume toda su existencia. Aquí pongo el caso de este pelamantecas de Guijuelo, pero es el mismo caso en los miles de ayuntamientos que hay en España. Confunden su cargo con la barra de un bar de putas. Barra libre y aquí mando yo. Ellos hacen las leyes pero las leyes no están hechas para ellos, faltaría más. Viven allá arriba, en las nubes, en el Olimpo, donde moran los elegidos y los privilegiados por los dioses, por eso hacen lo que les sale de los cojones, porque no son como nosotros.
Para alimentar su vanidad y su chuleria necesitan de una cohorte de tragasables que de vez en cuando les pase la mano por el lomo, de esta manera se crecen un poco más y pueden incluso perpetuarse como una casta parasitaria. En cierto modo tienen muchas cosas en común con las garrapatas y las pulgas, aunque también comparten sus genes con las ratas de alcantarilla.
En las próximas elecciones os va a votar vuestra putísima madre. Con talante.









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