Cada generación recoge lo que siembra y en esas estamos.
Los que fueron jóvenes durante el franquismo crearon un país a su medida, nos guste más o menos, pero a ellos les sirvió para morirse de viejos y con la satisfacción de haber hecho algo en esta vida: crear una familia, trabajar y jubilarse. Sabían que tenían que currar duro, comer poco y vestirse mal. España era, en cierto sentido, un país de oportunidades, el que quería trabajar o montar un negocio o una empresa, podía hacerlo sin que nadie te llamase la atención porque ponías un cartelito o un cartelazo en español a la puerta de tu negocio. Entonces ni existía el problema de la invasión islamista ni el de la invasión de los inmigrantes y además casi nadie pensaba en el edonismo como forma de entender la vida. Por no existir, ni existían Aído, Pajin ni Pepin Palotes. Fue una generación que pasó muchas calamidades, ¡ qué os voy a contar yo que vosotros no sepais !.
De esa joven generación del franquismo hemos salido los demás, los de la televisión e internet, la de los mirones. Ya no nos valía lo que nuestros padres habían hecho por nosotros y por nuestro país. Tuvimos la "genial" idea de ir algo más allá por nuestra cuenta y lo que hicimos fue meter la pata hasta el converjón: mayo del 68, el movimiento hippy, el pacifismo y demás zarandajas y estafas. Nosotros ya nos encontramos con la mitad de la faena hecha, recordareis lo que decían nuestros padres sobre que no querían vernos pasar las mismas miserias que ellos. Tenían razón, pero a la vez se equivocaron. Había un cierto bienestar social y económico y tuvimos que hacer muy pocos sacrificios, trabajar poco y vivir a lo grande. Así nos va, estamos recogiendo lo que escasamente nos hemos labrado y ahora, a mitad de la película viene el zapatero de turno a decirnos que no podremos seguir trabajando ni jubilándonos como hicieron nuestros antepasados, y que tampoco tendremos un país en paz y prosperidad, como ellos lo han conocido. No tendremos ni país. Esa es nuestra gran contribucción a lo que ahora estamos viviendo.
Sin embargo lo nuestro es poco con respecto a lo que les aguarda a nuestros hijos, hijos de la fustración. Las generaciones que ahora andan por los 20 ó 30 años nada tienen porque nada han hecho salvo divertirse y encontrárselo todo resuelto. No hemos querido que se equivocaran y ahora ni saben de responsabilidad, ni de sacrificios, ni de ideales, ni de moralidades, ni de escribir, ni de leer. Solo pura y simple diversión y botellón. Son lo que les hemos dado, es decir, carne de cañón de los zapateros de la política. Se le ponen a uno los pelos como escarpias pensando cómo estará esta generación dentro de 5 años. Sin trabajo, sin estudios, sin país, sin futuro. Aterra.
Lo que sí parece claro es que ya nada volverá a ser como antes, no sé si por culpa de la crisis o porque somos gilipollas, o por ambas cosas a la vez, pero lo cierto es que lo que estoy viendo y viviendo no me gusta nada. ¿Por qué me habrá tocado a mí ver todo esto?
Los que fueron jóvenes durante el franquismo crearon un país a su medida, nos guste más o menos, pero a ellos les sirvió para morirse de viejos y con la satisfacción de haber hecho algo en esta vida: crear una familia, trabajar y jubilarse. Sabían que tenían que currar duro, comer poco y vestirse mal. España era, en cierto sentido, un país de oportunidades, el que quería trabajar o montar un negocio o una empresa, podía hacerlo sin que nadie te llamase la atención porque ponías un cartelito o un cartelazo en español a la puerta de tu negocio. Entonces ni existía el problema de la invasión islamista ni el de la invasión de los inmigrantes y además casi nadie pensaba en el edonismo como forma de entender la vida. Por no existir, ni existían Aído, Pajin ni Pepin Palotes. Fue una generación que pasó muchas calamidades, ¡ qué os voy a contar yo que vosotros no sepais !.
De esa joven generación del franquismo hemos salido los demás, los de la televisión e internet, la de los mirones. Ya no nos valía lo que nuestros padres habían hecho por nosotros y por nuestro país. Tuvimos la "genial" idea de ir algo más allá por nuestra cuenta y lo que hicimos fue meter la pata hasta el converjón: mayo del 68, el movimiento hippy, el pacifismo y demás zarandajas y estafas. Nosotros ya nos encontramos con la mitad de la faena hecha, recordareis lo que decían nuestros padres sobre que no querían vernos pasar las mismas miserias que ellos. Tenían razón, pero a la vez se equivocaron. Había un cierto bienestar social y económico y tuvimos que hacer muy pocos sacrificios, trabajar poco y vivir a lo grande. Así nos va, estamos recogiendo lo que escasamente nos hemos labrado y ahora, a mitad de la película viene el zapatero de turno a decirnos que no podremos seguir trabajando ni jubilándonos como hicieron nuestros antepasados, y que tampoco tendremos un país en paz y prosperidad, como ellos lo han conocido. No tendremos ni país. Esa es nuestra gran contribucción a lo que ahora estamos viviendo.
Sin embargo lo nuestro es poco con respecto a lo que les aguarda a nuestros hijos, hijos de la fustración. Las generaciones que ahora andan por los 20 ó 30 años nada tienen porque nada han hecho salvo divertirse y encontrárselo todo resuelto. No hemos querido que se equivocaran y ahora ni saben de responsabilidad, ni de sacrificios, ni de ideales, ni de moralidades, ni de escribir, ni de leer. Solo pura y simple diversión y botellón. Son lo que les hemos dado, es decir, carne de cañón de los zapateros de la política. Se le ponen a uno los pelos como escarpias pensando cómo estará esta generación dentro de 5 años. Sin trabajo, sin estudios, sin país, sin futuro. Aterra.
Lo que sí parece claro es que ya nada volverá a ser como antes, no sé si por culpa de la crisis o porque somos gilipollas, o por ambas cosas a la vez, pero lo cierto es que lo que estoy viendo y viviendo no me gusta nada. ¿Por qué me habrá tocado a mí ver todo esto?
2 comentarios:
Todo esto está ya hecho una mierda!
Y no hay vuelta atrás.
Ni más ni menos.
Publicar un comentario