Que los anarquistas y el anarquismo son los mamporreros del comunismo y la socialdemocracia parece que no lo duda nadie. Son los encargados de hacer el trabajo sucio, los carniceros que no dudarán en mancharse las manos de sangre si llega el caso. Los anarquistas son los típicos niños de papá y de mamá, bien criados y cebados, que no encuentran otra forma de ocio y entretenimiento que montando su caprichoso mundo paralelo y de Alicia en el país de las maravillas. Jamás a lo largo de la historia han construido nada positivo porque la historia del anarquismo y de los anarquistas está teñida del color rojo de la sangre de sus víctimas , el mismo color rojo que la bandera del marxismo.
Nada aportan a la inteligencia o a la colectividad humana, y así lo expresan estos días los anarquistas italianos cuando dicen: "destruimos el sistema de dominio", ese mismo "sistema" que les permite vivir a lo grande sin dar un palo al agua y sin la preocupación de pagar una hipoteca o de hacer cada año la declaración de la renta.
Hipócritas, embusteros, farsantes.
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