La demagogia entre los politicos de esta colonia alemana llamada España es que la economía necesita crecer. Y en ello ponen todo su empeño y esfuerzo. Crecer es la consigna como antes fue el cambio climático, las vacas locas o el mariconismo oficial del estado.
Se trata de crecer por crecer, pero nada dicen de hasta dónde y cuánto hay que crecer. La consigna podría ser trepar por un árbol o tapar los baches de las carreteras, pero no, ahora la economía, dicen, tiene que crecer.
Hasta donde alcanza mi entendimiento todo lo que crece algún día se muere, fallece, se va al otro barrio, pasa a mejor vida, la espicha, sucumbe, perece, o estira la pata. Así es como estamos ahora en España, somos cadávers, difuntos, despojos con la pata estirada. En esta vida no hay nada eterno aunque Rariano y el Imbécil nos quieran hacer creer lo contrario porque hacen esta o aquella ley o esta o aquella constitución. Que no, que no, que tampoco la economía y su situación son eternas. Y si somos cadáveres no podemos crecer porque no tenemos vida.
Los políticos españoles no resucitan cadáveres, todo lo más, revuelven en la tierra para desenterrarlos, pero repito, no pueden resucitarlos.
¿Hay solución? Sí. Volver a la economía de autoconsumo en los pueblos, volver a la oración. Menos soberbia y más mirar hacia lo que nos han dejado nuestros antepasados.
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