Parece como que nadie se ha enterado, como que nadie se da por aludido, pero los españoles hemos perdido el sentido de las proporciones desde que nos han forzado a entrar en el euro.
Ha habido y todavía hay por ahí mucho listillo, mucho espabilado que a río revuelto trata de convenernos de que una moneda de euro equivale a una moneda de cien pesetas y así cuando vas a tomarte un cafe o a comprar unos tomates, todo el mundo considera que está pagando el mismo precio que hace años cuando regía nuestra moneda nacional y te pedían por un café no más de 60 ó 70 céntimos de pesetas y una cantidad similar por un kilo de tomates.
Intentan convencernos y lo han logrado: un euro vale cien pesetas y así nos han hecho vivir como millonarios, como nuevos ricos, cuando en realidad solo teniamos y tenemos una mano delante y otra atrás. De repente el sentido de la medida y la dimensión del valor del dinero han desaparecido, ahora se habla de euros como si toda nuestra vida hubiesemos vivido en la abundancia. Menudo engaño, menuda estafa masiva el euro y la unión europea.
Ganar menos de mil euros como salario se considera hoy una desgracia, una fatalidad, un infortunio, una desdicha que deprime al que los recibe. Se deprimen porque no saben lo qué reciben, creen que son multimillonarios que no se merecen menos de mil euros cada mes cuando en realidad su condición es la de simples asalariados, trabajadores, empleados o jornaleros, pero la soberbia les puede y así nos va a todos.
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