Si estuviesemos hablando así de un insecto, de un toro, de un perro o de la cabra de mi pueblo, muchos nos calificarían como maltratadores, verdugos, incluso asesinos. Reclamarian con ahinco y entusiasmo "los derechos de los animales", dirían y pondrían el grito en el cielo, hasta llegar a la histeria colectiva. Vendría la guardia civil o el inepto del político de guardia a detenernos porque "no se puede tratar así a los animales". Se rasgarian las vestiduras, el cielo se nublaría y empezaría a caer chuzos de punta.
Pero claro, aquí estamos hablando de una pobre anciana que ha cometido un error con un cuadro y en este caso vale toda clase de mofa, chanza, guasa, pitorreo, rechifla, bufonada, chiste, sarcasmo, ironia, choteo, befa, carnavalada, chufa, cachondeo y recochineo. Todo es posible porque por lo visto esta pobre señora ni es persona ni tienen derechos, como queda de manifiesto.
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