Si hablamos de culpas posiblemente todos tenemos algo de responsabilidad en lo que estamos malviviendo. No sólo son culpables los bancos, las cajas de ahorros, no son sólo culpables los políticos, ni la bolsa, ni el ladrillo. Repito todos tenemos arte y parte en este embrollo.
Aunque no existiesen los bancos ni los políticos ni la bolsa ni el ladrillo a quien culpabilizar, llegariamos a lo mismo de ahora. No hay más que ver y observar cómo somos cada uno de nosotros en nuestra vida diaria: carentes de una referencia moral que nos defina, sólo vivimos por y para adorar al becerro de oro, el dinero, para tener, comprar, aparentar, para ser más que el resto, ensoberbecidos, envanecidos, engreidos. No nos aceptamos ni a nosotros mismos. Es más fácil echar la culpa de nuestra malignidad y vileza al banco de turno o al político que mirar qué hay en nuestro interior.
Pero esta es una actividad de alto riesgo que casi nadie está dispuesto a ejercitar, Santa Teresa, sí: ¿qué podrá pedir una cosa tan miserable como yo?.
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