El rebaño ya se ha tranquilizado, y todo vuelve a su cauce. Lo han cambiado todo para que todo siga igual, o peor.
Hablo del guirigay circense que se montó con el asunto de los coches oficiales de los que se deshizo la administración hace varios meses. Los liberales ponían el grito en el cielo, los socialistas se rasgaban las vestiduras, los del pp, flushh, flushh y Rosa Díaz, flashh, flashh. La cuestión no trataba de si había 10 ó 20 coches oficiales que gastaban todo el producto interior bruto de España y decían que era un gasto inasumible para el estado, que nos querían intervenir. Esas eran la trolas que había que poner en el no-do para convencer a la chusma. Era el mantra que todos repetían día tras día para autoconvencerse. Pero cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia.
Nadie, o casi nadie, ha caido en la cuenta que una vez más os han engañado y timado, que todo ha sido una farsa, una trampa, una fullería de Rariano. Os las da siempre del mismo lado y no os enterais, hasta parece que le habeis encontrado gustillo a eso de recibir unas buenas hostias de vez en cuando.
A día de hoy aquellos ministerios, consejerias, ayuntamientos y diputaciones que han vendido muchos de aquellos coches, están gastando dos, tres o cuatro veces más de lo que antes destinaban en los presupuestos por hacer los mismos servicios y el mismo trabajo. No se han suprimido servicios, departamentos, secciones, competencias ni funciones en la administración, lo único que han suprimido han sido unos cuantos coches oficiales para multiplicar por tres o cuatro los costes de los servicios, lo cual no parece que suponga una gran preocupación para nadie.
Los coches ya están vendidos, los servicios públicos se han encarecido y el rebaño ya está tranquilo.
Ahora podeis ir a reclamar al maestro armero.









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