El grado de criminalidad y perversión de la calaña política está alcanzando tal nivel que cuando creíamos que ya lo habiamos visto y oído todo, cada día nos sorprenden con una nueva aberración. Ideas que hasta hace bien poco nos parecían descabelladas, de películas de ciencia ficción, o propias de tiempos pasados, o bien de países comunistas, hoy ya son una realidad. Matarnos de hambre es la solución que nos ofrecen los políticos a este disparate. Ni se les ocurre otra idea ni tienen otro propósito.
Si como dicen por ahí, Alemanía marca estilo, ya podemos ir preparándonos para lo que nos tienen reservado: o nos matan de hambre o nos matan de inanición. A mí no me gusta ninguna de estas dos soluciones pero si me veo en el dilema de tener que elegir entre matar o que me maten, entonces lo tengo claro. Yo no soy como Bono, líbreme Dios.









No hay comentarios:
Publicar un comentario