Para llevar
a efecto esta labor piadosa se instaló en el Zocodover, en fecha desconocida,
el llamado clavicort (más tarde llamado clavicote), un catafalco enrejado y
cubierto con una cúpula en donde se exponían los cadáveres de los pobres
difuntos para recoger limosnas y proveer su entierro. Estaba colocada de manera
habitual en la mencionada plaza, a la sombra de la tarde, a la entrada de la
Calle Ancha (hoy del Comercio), para evitar la fetidez de los cuerpos pues era
zona más ventilada, y se trasladaba sólo cuando estorbaba a la celebración de
actos o festejos.
En el año
1766, con ocasión de uno de estos traslados, surgió la polémica sobre la
conveniencia de situar el clavicort junto a la Cochera de la Reina, frente al
Hospital de Santa Cruz (en aquellos momentos de niños expósitos), puesto que en
esa ubicación la visión del cadáver por la noche, podría asustar a las mujeres
que fuesen a dejar niños en el torno, con grave perjuicio para la salud de las
criaturas. El rector de Hospital,
quejándose del acuerdo alcanzado por el Cabildo y la Cofradía,lo expone así al
Consejo de Castilla:
“El día trece de este mes se halló
con la novedad de estarse colocando enfrente de dicho Hospital y a la salida
del arco y calle que baja a Zocodover, el cajón que la Cofradía de la Caridad
ha tenido hasta ahora para recoger en él los cadáveres de los pobres difuntos,
nuestros hermanos , cuya sepultura corre a su cargo, ocasionándose de esto
graves e irremediables perjuicios a la conducción fácil y segura de los niños
que se exponen en dicho Hospital, pues acaecerá muchas veces que, llevándoles
en la obscuridad de la noche pobre mujeres débiles y en lo regular de de
cualquiera cosa asustadizas, se retraigan de la conducción. Y si por un lado
sobrecogidas del temor que infunde siempre el delito y peligro de ser conocidas
en menoscabo de su honra o de las personas a quien estiman, y por otro la
lobreguez de la noche y soledad del sitio ocasionan un más que regular pavor,
¿qué será si al salir del dicho arco de la dicha plaza y bajar el poco de calle
que resta se hallan con un cadáver puesto en dicho cajón o jaula alumbrado de
dos o más melancólicos faroles? Claro está que con el pronto susto arrojarán la
criatura, se volverán no atreviéndose a llegar hasta el torno por horror que
las causará tener enfrente el cadáver.”
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