Rariano ha preguntado:
- ¿Podemos?
Y todo el coro ha respondido al unísono:
- Claro que podemos.
Y para la Habana se fueron todos, en amor y compañía: parlamentarios, políticos de toda clase y condición, moderados, menos moderados, moderados y tres cuartos, terroristas de los que te desgajan la cabeza de un tiro en la nuca, terroristas de los que arrancan la vida a un niño, criminales maltratadores, asamantecas de esos que tienen por costumbre acampar en las plazas públicas para meter cizaña, izquierdistas clásicos de los de la checa y de los de sin checa, y también los de derechas aborregados, mansurrones y acomplejados. Dan fe del evento todas las televisiones, los periodicos y las emisoras de radio, que para eso están a sueldo del (des) gobierno de turno.
La guinda al pastel la ponen desde la casa real que para no ser menos también envía portavoz.
Todos acuden prontos y raudos como plañideras a rendir homenaje y pleitesia al régimen y al cadáver del criminal cubano Fidel Castro.
Luego vendrán diciendo que están en contra del terrorismo.
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