La historia de América Latina presenta un sumario
de magnicidios e intentos de magnicidio notablemente largo. Por lo general,
siempre se supo el nombre del autor del crimen y las circunstancias en
las que éste
sucedió. También se han conocido nombres y particulares de
atentados que no lograron materializarse. Ultimamente, hemos sido testigos
de un rosario de denuncias de intentos de asesinato, principalmente de
los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Evo Morales, de Bolivia.
El gobierno de Bolivia dijo que había detenido un complot para
asesinar a Morales, supuestamente pagado por la ultraderecha boliviana.
El autor sería una persona de origen humilde. Chávez fue
quien hizo el primer anuncio del presunto intento de asesinato en su programa
dominical Alo, presidente, el 21 de diciembre, no el gobierno boliviano.
El líder venezolano ha denunciado otros muchos intentos de asesinato contra él, y algunos contra sus aliados más cercanos. En este caso particular, como en otros, ni Chávez ni el gobierno boliviano han dado nombres ni muchos detalles del intento de asesinato de Morales. Para despejar dudas, sería muy sabio que el gobierno boliviano dijera quién es esa persona humilde que trataba de matar al presidente, y qué personas de la ultraderecha estaban dispuestas a pagar por el asesinato. De otro modo, la acusación quedará en el firmamento de la politiquería, como otras acusaciones políticas similares.
El líder venezolano ha denunciado otros muchos intentos de asesinato contra él, y algunos contra sus aliados más cercanos. En este caso particular, como en otros, ni Chávez ni el gobierno boliviano han dado nombres ni muchos detalles del intento de asesinato de Morales. Para despejar dudas, sería muy sabio que el gobierno boliviano dijera quién es esa persona humilde que trataba de matar al presidente, y qué personas de la ultraderecha estaban dispuestas a pagar por el asesinato. De otro modo, la acusación quedará en el firmamento de la politiquería, como otras acusaciones políticas similares.
El padre político de Chávez y Morales, el dictador cubano
Fidel Castro, fue otro que en sus días denunció muchos atentados
en su contra. En estos momentos, los servicios de seguridad cubanos están
a cargo de la custodia de Chávez, y tienen fuertes lazos con Morales.
La propia CIA ha admitido por lo menos un intento de asesinato de Castro
en el pasado. Pero Castro ha dicho que ha sido víctima de 640 intentos
de magnicidio.
Esa afirmación es muy propia de la ultraizquierda,
que se ha caracterizado siempre por saber mucho de intrigas y poco de matemáticas.
Alguien ha dicho que si esa izquierda supiera de matemáticas, no
sería
ultraizquierda. Cuando Castro cumplió 48 años en el poder
en 2007, la revista Contacto recopiló una serie de mitos
de Fidel Castro, entre ellos el de los 640 atentados. Según
los editores de la revista, 640 atentados divididos por 48 años
tocaban "a
13.33 atentados por año, poco más de un atentado por mes
durante casi medio siglo". Más adelante, dice Contacto,
el régimen cubano cambió la cifra al percatarse de la exageración
matemática, y dijo que se habían producido 640 planes de
atentado y 167 atentados reales. Contacto dijo entonces que la
cifra nueva también "era poco creíble: casi tres
atentados y medio por año".
Estos tres mosqueteros de la ultraizquierda, Castro,
Chávez y Ortega,
no sólo tienen empatías políticas. También
están unidos por un denominador común: sus gobiernos se han
caracterizado por ser muy ineficientes en materia de creación de
bienestar para sus pueblos. La excusa más antigua y común
en estos casos, registra la historia, es culpar a los enemigos políticos
de todo. Los planes de invasión militar y de asesinatos políticos
fraguados por el enemigo, cierto o falsos, son excelentes para ese propósito.
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