Este espíritu inclusivo se mantuvo firme a lo largo de los siglos y lo volvemos a hallar, con el imperio a punto de disolverse, en la Constitución de 1812: «La nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios» (artículo 1). Contrasta poderosamente con lo que podemos leer en la Constitución francesa de 1791, que nace de resultas de la Revolución: «Las colonias y posesiones francesas en Asia, África y América, a pesar de que forman parte del Imperio francés, no están incluidas en la presente Constitución» (Título VIII, cap. 8). Este es un botón de muestra de la diferencia que hay entre el colonialismo francés y el Imperio español, incluso en el momento de sus estertores.
(Texto extraído del libro titulado FRACASOLOGÍA de María Elvira Roca Barea)
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