No "cae", se ha tirado (que es cosa bien diferente) con su hija mientras le decía llorando "¡Mamá no me tires!"
Sin embargo, aunque la realidad sea única e inequívoca, los mamporreros del vaginismo periodístico ya se encargan de contarnos sus fantasías. Viven de una realidad imaginada y clientelar con el que sobrevive esa terrorista llamada Irene Montero parasitando el ministerio de igual da.










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