Notas:

29.3.06

EL ABRAZO DEL OSO

¡Otorguémosle a Rodríguez el beneficio de la duda! ¡Démosle un voto de confianza! ¡Confiemos ciegamente en él, salvador de la Patria, benefactor de los humildes, pontífice de la paz, arcángel de la concordia...!

Y un cojón. Y perdónenme. Uno, que ya tiene un cierto recorrido, es de natural desconfiado, sobre todo cuando a lo largo de dos años hemos asistido a una permanente escenificación de la mentira y el engaño. Pero a Rodríguez le puede pasar lo mismo que a Arnold Bennet, quien empeñado en demostrar a los pobres y palurdos ciudadanos del París de 1931 que el agua que bebían no era la causa de la epidemia de tifus, no se le ocurrió otra cosa que beber un vaso del líquido elemento en público... y a los pocos días moría afectado por la enfermedad. Yo seré un facha, en opinión de unos, estaré instalado en la caverna, según otros –todos del mismo corte, claro-, pero cada minuto que pasa desde el mediodía del pasado miércoles crece en mi interior la sospecha de que todo esto no es más que una burda maniobra, que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, beber el agua del infortunio... y pienso, no sé, que puede que los mismos que ahora brindan por un éxito que aún no ha llegado, que venden la piel del oso antes de cazarlo, se pueden encontrar con que el oso les abraza y les estruja hasta la muerte, o la rendición.

Es posible, no lo discuto, que este nuevo anuncio de ETA perdonándonos a nosotros, pobres ciudadanos de un país llamado España, la vida, sea el definitivo. Pero, de entrada, no es eso lo que el comunicado de la pandilla de canallas dice. Tiene, más bien –y habrá que analizar en días sucesivos los gestos que realicen la bestia y sus secuaces-, tintes de exigencia adornada de buenas palabras, consciente la banda terrorista, eso sí, de que esta puede ser la única oportunidad que tiene de conseguir sus objetivos o una buena parte de ellos, lo cual es lo mismo que decir que sabe que al frente del Gobierno maneja el timón un timonel débil e inexperto, pero del cual dependen a su vez para obtener los réditos que esperan de su generosa tregua. De ahí que la escenificación del inicio oficial de este segundo acto del trinomio mortal al que Rodríguez se debe en cuerpo y alma presidencial, haya estado perfectamente diseñada y elaborado el guión al milímetro por ambas partes. Dos años negando el Gobierno que tuviera contactos con ETA, y al día siguiente del comunicado sabemos ya hasta el menú de las reuniones y si detrás del coito hubo pitillo de satisfacción.

Aquí, ya saben, unos nos dicen a los demás lo que tenemos que pensar, que es una manera muy democrática de admitir la pluralidad. Y si se discrepa, se ríen de uno, cuando no le insultan, le llaman loco o promueven su encarcelamiento –aunque supongo que, en ese caso, me permitirán un arresto domiciliario-. Pero yo, que sigo siendo igual de idiota y de solemne bobo, no me creo, ni por asomo, que a la pandilla de canallas le haya dado de repente por volverse hermanitas de la caridad sólo porque le han mirado a los ojos a Rodríguez y se han derretido al encontrar en ellos tanta dosis de ternura como de infinita bondad. ¿A dónde vamos, pobres de nosotros, dudando de las buenas intenciones de Rodríguez, cuestionando desde su inmaculado ascenso al poder, hasta las dolorosas renuncias a las que se ha visto obligado a llegar con los nacionalistas radicales por el bien de la Patria y su eterna salvación? Pues mire usted por donde, yo soy tan tonto que lo cuestiono, que desconfío y que, además, le acuso de haber traicionado los consensos básicos de la Transición y la deuda –esta sí que es permanente- que el Estado de Derecho tiene con las víctimas del terrorismo. Y lo ha hecho porque sabe que la silla de Presidente en la que se sienta se tambalea sobre el barril de pólvora del 11-M.

¡Ah!, perdón, que he mentado el término prohibido, la palabra maldita, la razón de que algunos nos escondamos en las oscuras tinieblas de la noche cavernosa para confabular en la búsqueda de abyectas calumnias que sirvan para encender la mecha de la conjura. Pero no he sido yo el que ha señalado con el dedo a unos cuantos implicados en los atentados vinculándolos con la pandilla de canallas que ahora se han vuelto angelitos, ni se me han ocurrido a mi las numerosas coincidencias que sitúan a ETA en el entorno de los moritos que cometieron los atentados. Claro que puede ser que alguna mente insidiosa oculta en la caverna hubiera conseguido introducir mochilas-bomba en los trenes de Chamartín unos meses antes de los atentados, haciendo creer a la policía que había sido ETA, y la misma mente insidiosa urdió una trama para que el mismo día que la goma dos de El Pozo y Atocha viajaba hacia Madrid, otra caravana de iguales características fuera interceptada por la Guardia Civil y convencer al Gobierno del PP de que la banda terrorista iba a cometer un atentado de espectaculares proporciones en la capital de España.

Es más, voy a confesar que algunos de los que no nos creemos nada de lo que nos cuentan los medios oficiales fuimos los culpables de afiliar al PSOE a uno de los terroristas, y nos inventamos –con enorme éxito, por cierto- las visitas del militante socialista Fernando Huarte a otro de los moritos en la cárcel, hasta el punto de que en Ferraz nadie ha sido capaz de dar una explicación de lo bien que hemos urdido la trama. Somos unos genios. La leche. ¿Y ahora nos tenemos que creer que ETA declara una tregua porque sí? ¿No será, más bien, que la tregua es un paso más en las exigencias que la pandilla de canallas han puesto en el cesto de las facturas de las que Rodríguez es prisionero, entre otras cosas porque no tiene la suficiente liquidez para pagarlas todas, ni el aval necesario para que le fíen? No hacía falta que los tres canallas que escenificaron el baboseo del ‘alto el fuego’ llevaran armas como han hecho en anteriores ocasiones. No, bastaba con los términos del comunicado, lo suficientemente claros, concisos y concretos como para saber lo que nos estamos jugando: lo que ETA pactó con Carod-Rovira en Perpignan, la antesala del 11-M, el precio de nuestra libertad.

Vaya, lo siento. He vuelto a meter la pata. No recordaba que lo de Carod-Rovira se lo inventó el ABC de la mano de la extrema derecha fascista y reaccionaria. Por eso el viernes, antes de que le diera el jamacuco, se sentía tan orgulloso el líder independentista y republicano de lo que siempre ha negado: que hubiera pactado nada con la pandilla de canallas. Todo está atado, y todo tiene una lógica. Rodríguez espera que le salga bien y ganar las elecciones que ya barrunta adelantar, pero el veneno de la serpiente es peligroso y mortal. Ellos saben lo que quieren, y algo deben haber logrado ya a cuenta de su primer gesto. ¿Les dará Rodríguez todo lo que piden? Porque algo habrá que él mismo sepa que es imposible de envolver con papel de regalo para satisfacción de los canallas. Y entonces puede que el oso extienda sus brazos, y antes de que el cazador acierte a empuñar el arma, le abrace hasta la asfixia. Dios no lo quiera.

EL CONFIDENCIAL (Federico Quevedo)

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