Mientras Salomón dormía tuvo un sueño. En ese sueño Dios le hizo una pregunta. Dios le dijo a Salomón, “Pide lo que quieras, y te lo daré.”
Salomón respondió:
No soy más que un muchacho. Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal.
Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, de modo que le dijo:
Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia, voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después.
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