El amor estremece la entera estructura del hombre, y después de esta conmoción, de este «terremoto del alma», el hombre puede ya ponerse a buscar. El amor le entreabre las puertas de los mundos superiores, de donde le llega el aliento del frescor paradisíaco. El amor le muestra, «como en un sueño ligero», el reflejo luminoso de «las moradas»; durante un instante desgarra, aunque sea solo en un punto, el manto polvoriento de la criatura y descubre su belleza creada por Dios. Le hace olvidar al hombre el poder del pecado, le hace salir de sí mismo, interpone la voz de un potente «¡alto!» ante el torrente de pensamientos dudosos de la aseidad y le impulsa hacia delante: «Ve y encuentra en la vida entera lo que has entrevisto borrosamente y por un instante». Sí, sólo por un instante. Y el alma, una vez que ha vuelto en sí, siente nostalgia de la felicidad perdida, languidece por el dulce recuerdo. (Pavel Florenski).
2.9.22
POCAS VECES HE ENCONTRADO UNA DEFINICIÓN MEJOR QUE ESTA SOBRE EL AMOR
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